Fue una noche sin luna ni estrellas, bajo el calor de las velas y el sofocante aire encerrado de una carpa, bajo el efecto embriagante, adormecedor y alucinante del alcohol, me besaste, te bese, nos miramos y el deseo incontrolable de dos cuerpos cubiertos con escasas prendas que sin darse cuenta se desnudan, se besan, se acarician, se aman y de la euforia, de los gritos, gemidos y deseo pasan a la calma, una calma tan pura tan sensible e infinita, en la que los latidos del corazón ya no parecen necesarios y con la sensación de no saber dónde termina mi cuerpo y donde empieza el tuyo.
Maldita calma que adormece, cansancio después del sexo, el silencio, la paz y tranquilidad que acompaña el dulce orgasmo, la violencia de la penetración del calor que acompañó cada grito, cada gemido para llegar al final, al éxtasis, al eterno suspiro que detuvo el tiempo, que desaparece el espacio y desconecta la mente, y de nuevo volvemos, ¡oh dulce orgasmo, orgasmo lleno de colores. Maldita calma que me lleva al sueño, 69 noches pasaron para finalmente despertar.
1:20 am despierto bajo mis sabanas con tu rostro en mi mente y tu perfume en mis entrañas. En la oscuridad de mi cuarto bajo las sabanas que aun huelen a ti, intento de nuevo olvidarte, 127 lunas han pasado y bajo la bóveda infinita del cielo, la bóveda que nos cubre a ambos, me encuentro despierto con los ojos abiertos con la promesa de no volver a soñar despierto.
5:20 am suena la alarma y una voz en mi cabeza pregunta por ti, estarás en la estación, te voy a encontrar, debo esperar, hoy será el día? ahí estoy de nuevo volviendo al mismo sitio, la misma estación, la misma hora, pidiendo que vuelvas.
Son las 19:51
Quisiera tener la suerte de volverte a encontrar, quisiera que la mala suerte un día se olvidará de mí, quisiera no tener que entrar a la misma estación y recorrer los pasos que un día me llevaron a ti, maldita soledad, rodeado de rostros y sombras, cierro mis ojos lo único que quiero es que cuando los abra seas tú quien esté a mi lado, pero sigo en el mismo lugar buscando tu rostro, entre las personas, personas que desconocen mi tristeza, que murmuran se burlan y juzgan, con el corazón latiendo como si no hubiera un segundo más para vivir. Esperándote…el reloj marca otra vez las 7:00 am es hora de seguir.
Quisiera ser invisible, en cada bus que abordo no buscar tus ojos entre la gente, pero antes que comience el viaje y sin darme cuenta estoy pensando en ti, con la esperanza que cada bus, cada estación me lleve a ti. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero es esa esperanza la que me está matando la que me lleva todos los días a la misma hora recorriendo las huellas de un pasado, de un sueño, de una ilusión que un día fuiste tú….
Y ahora te vas y me quedo con una historia que contar, una historia que empezó con una mirada, una mirada que quedó grabada en mi mente, una imagen, un recuerdo que me acompaña en las madrugadas.
Me quedo con el vacío, el vacío que deja tu silencio, el vacío de mil y un preguntas, el vacío de la eterna amante de los rebeldes sin causa, la novia siempre vestida de luto, esa compañera que llamamos soledad.
Me refugio en los libros, en la lectura, en la poesía, en la mitad del vagón rodeado de personas pero vacío de almas, de sonrisas, de vida. Tú…fuiste tú, quien me rescató del paisaje sombrío de la cuidad, quien me trajo de vuelta a la vida y ahora te la llevas.
Te llevas una parte de mí, una parte que nunca conocí, te llevas mis alegrías, mi risa y mi llanto, contigo se van un mar de ilusiones de sueños y esperanzas, te llevas mis ganas de amar.
Soy yo el que tengo que encontrar la forma de no pensarte todas las mañanas en la misma estación, la misma ruta, la misma rutina que un día cambiaré, mientras tanto intento llenar el vacío que deja tu ausencia con el bendito humo del cigarrillo.
Son las 19:51, Otra Vez.
Es inevitable después de volverte a ver no sentir cosas, querer besarte, abrazarte, es inevitable no arrepentirme de lo que no hice, es inevitable soñar despierto, querer devolver el tiempo, pero no puedo hacerlo, así como no pude dejar de sentir un vacío cuando me pediste un abrazo, un abrazo que no quería que acabara, un abrazo que no pedí, un abrazó que no hubiese querido dar, el abrazo más difícil, el de despedida.
Eres una mezcla extraña entre ternura picardía seriedad y alegría, pero 80 días después enfrentaría la verdad, fueron tres mentiras, y así empieza la época de lluvia sobre la ciudad, una ciudad llena de cicatrices con heridas todavía abiertas de un pasado que no olvida, que no ha perdonado y que espera que caiga la noche y el sol vuelva a salir.