Cada paso me acercaba más a mi destino, a el olor más terrorífico
Mis manos sudaban cada vez que avanzaba
No podía pensar en otra cosa más que en eso
El verdugo ¿será mujer o será hombre? –cavilaba mientras caminaba-
Si es hombre –me dije- puede que sea más compasivo
Si es mujer –pensé- lo hará con mayor cuidado
De cualquier manera no podría escaparme, la suerte estaba echada
A demás qué tan malo puede ser
Apenas crucé el umbral de la puerta aquel olor entró por mi nariz y recorrió todo mi cuerpo haciéndome sentir un escalofrío que me recordaba incisivamente que había llegado.
Una voz femenina y amable me invitó a seguir sin el mayor asombro por mi profundo terror y se limitó a decirme “siéntese”.
Todos los rostros de aquella sala me hicieron sentir que no estaba sola, que otros compartían mi desdicha, lo único que se escuchaba era el tic-toc tic-toc del reloj que colgaba de la pared y el constante –a veces interrumpido, supongo que por un sobresalto de la víctima- ziiiiiiiiiiiiii ziiiiiiiiiiiiii ziiiiiiiiiiiiii que provenía de aquel salón.
De repente alguien se asomó por una puerta y pronunció mi nombre. Me volteé y mire a todos con miedo, sabían que de allí saldría con un vacío en mi boca.
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