Los oídos nos revelan los que los ojos no perciben, con un ruido podemos saber si el peligro está cerca o lejos, si es grande lo que acecha el camino, hasta el silencio ensordecedor nos da señales para escondernos o correr por nuestra vida, así son los sonidos del terror.
Los sonidos tienen la capacidad de perseguir, sorprender y aterrorizar, aún cuando no podemos ver lo que esconde la oscuridad.
Estos sonidos pueden ser armas letales
Los sonidos pueden desencadenar sensaciones palpables, abrumadoras, inquietantes y angustiantes, a diferencia de las imágenes, las cuales podemos desaparecer con solo cerrar los ojos. No podemos escapar del sonido, volviéndonos vulnerables a él de maneras que no podemos imaginar.
Utilizado desde la época de la guerra, el sonido ha sido arma de terror, tortura, miedo y control; para mostrar poder frente al enemigo.
Más allá de los reconocidos sonidos del cine de terror, hechos para ambientar espacios específicos, los sonidos y la música adaptada para perseguir, interrogar y causar daño psicológico resultan ser los más siniestros e inquietantes.
Con un simple sonido que nos recuerde un hecho traumático podemos ponernos alerta frente a un peligro que creemos inminente, reaccionar de manera violenta, quedar completamente inmóviles por el miedo o correr sin rumbo para alejarnos de lo que atenta contra nuestra seguridad.