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Pedro Páramo

Asunto de vida o muerte es un texto inspirado en la novela Pedro Páramo del escritor mexicano Juan Rulfo, donde reflexionamos sobre la muerte, la relación de los vivos con los muertos y los rituales y acciones cotidianas que realizamos para mantenerlos vivos en el infinito lugar de la memoria.

Hubo un tiempo en el que estuve oyendo durante muchas noches el rumor de una fiesta. Me llegaban los ruidos hasta la Media Luna. Me acerqué para ver el mitote aquel y vi esto: lo que estamos viendo ahora. Nada. Nadie. Las calles tan solas como ahora. ¨Luego dejé de oírla. Y es que la alegría cansa.

Damiana Cisneros

Asunto de vida o muerte

Si los muertos vagaran libres por el mundo detrás de sus finales, en busca de la resolución de sus asuntos pendientes, sedientos o deseosos como los vivos, los vivos tendríamos que aceptar una vida de muerte. 

Nos despertaríamos en un mundo vacío, deshojado de voces, cálido como un abrazo de sol, helado sólo en la propia piel, la piel que se fue. 

Nos llenaríamos de la monotonía del purgatorio y como ahora, tendríamos reglas que se evaporan en la soledad, tal como fue antes de que existiéramos, tal como es cuando ya no existimos más. 

Alguna vez parados sobre un extremo de nuestra humanidad, como si nunca la vida se hubiera tratado de la muerte, resolveríamos lo de los muertos que viven entre los muertos, lo emparejaríamos con la simpleza de ser vivos que mueren entre los muertos.  

En ese tiempo como ahora, desaparecería la costumbre primitiva de desaparecer a los muertos y guardarlos como el polvo debajo de la alfombra. No porque aquello dejara de ser un asunto de vida o muerte, sino porque en ese tiempo como ahora, reconoceríamos a la muerte como una flor gris de la vida.

Todavía despachamos a los muertos en cajas de madera y no contentos con esos, los privamos de toda luz bajo tonelada de tierra y piedra, y placas de pesado cemento.  

Les negamos la posibilidad de volver y los condenamos a la asfixia de estar sin vida, no por temor a que un día despierten, sino porque verlos andar sería reconocernos en el espejo, muertos de tristeza, cansados de toda alegría.