Un mundo huérfano nace de un libro del mismo nombre del autor Giuseppe Caputo que narra de manera cruda, hermosa y honesta, la pobreza, el amor de un padre y un hijo, y la negociación consigo mismo de un personaje que entre su realidad exterior y sus deseos carnales se enfrenta a un mundo homofóbico que busca aniquilar todo lo que sea diferente.
En un planeta a las afueras del universo, sin nombre y sin estrella madre, habita un mundo huérfano atrapado en la noche perpetua.
Un mundo poblado por cuerpos mezclados; cuerpos conocidos y desconocidos, habitados y vacíos, orbitados por un hombre cometa que cruza el cielo dejando en la oscuridad pedazos de sí con su cola de gas y polvo.
De los cuerpos nacen los cuerpos, se conocen, se reconocen, se hacen pedazos. Se descubren en el espejo, con ojos tan negros como una mariposa negra; con brazos tan flacos como las patas y antenas de aquella mariposa.
En un mundo huérfano hay cuerpos muertos dispuestos en forma de columpio entre dos árboles, mecidos por otro cuerpo muerto sentado sobre él. Hay cuerpos erectos, más que vivos, elevados por la aspiración del frasquito, penetrados y siendo penetrados en un columpio de cuero que se mece en el vaivén del placer y el dolor; la muerte y la vida.
Un planeta sin estrella madre, sin madre, está lleno de hombres, hombres-mujer, hombres-mariposa, hombres-odio, hombres-muerte. Hombres atrapados en el hambre mientras ven a otros a través de pantallas, de puertas, de golpes, a través de más cuerpos.
El cuerpo, siempre el cuerpo. El cuerpo del placer, del delito, del deseo. El cuerpo hambriento y excitado, hombre y mariposa, bailando y desmembrando.
Un mundo que deja de ser huérfano gracias un padre que ficciona la vida, dibujando con crayolas sobre las paredes, nombrando cuadros vivientes desde adentro de una ventana pobre de cortinas y mirando fijamente las paredes alumbradas por diapositivas de fotos de un pasado que no puede volver.
En un planeta, a las afueras del universo, sin nombre y sin estrella madre, habita un mundo huérfano atrapado en la noche perpetua y los cuerpos navegan las aguas de la oscuridad, aferrados, como a una barca, a una estrella de cartón.